viernes, 31 de octubre de 2008

Biblioteca Carl Barks 1 (Carl Barks)

Llevaba mucho tiempo salivando con la posibilidad de la publicación de este tebeo y por fin lo tengo en mis garras.

Carl Barks fue uno de los grandes hitos del cómic americano y un auténtico revolucionario del género conocido como funny animals. Comenzó su carrera de dibujante a mediados de los 30's como currito en las animaciones de Disney, pero pronto se cansó de la rutina de este trabajo y, aunque le dejaban meter mano en los guiones y tal, prefirió dedicarse a los cómics., y más en concreto a los cómics del Pato Donald.

Y fue en este campo donde la petó, porque, incluso en aquellos tiempos en los que no se acreditaban a los artistas (todos los tebeos de los personajes de Disney venían firmados por Disney), pronto los lectores se dieron cuenta de que había un dibujante que tenía algo que le diferenciaba del resto, que tenía un sentido de la aventura único y que sabía dotar de vida y personalidad a sus personajes como nadie. Se le empezó a conocer como The Duck Man y The Good Duck Artist. Para estos tebeos creo un montón de personajes clave que permanecen hoy día como iconos: el Tío Gilito, los Golfos Apandadores, Narciso Bello o Eugenio Tarconi son reconocidos no necesitan presentación para varias generaciones de lectores. Barks en sus historias sabía mezclar sabiamente la aventura con la inculcación de valores (no olvidemos que estas historietas están dirigidas al público infantil), de tal modo que el joven lector aprendía lo que es la generosidad, honradez, ecología... incluso dentro de ese ambiente de crudo capitalismo que rodeaba a la parentela de Gilito McPato.

En este primer tomo editado por Planeta se publican las historietas de Barks de 1942 y 1943, en las que podemos ver como el autor, aunque titubeante en algunos casos, ya apuntaba maneras, tanto en su imitado trazo como en la fluida narrativa o la argumentación de sus historias, fallando tan solo en la ausencia de fondos que deja a sus personajes casi flotando en el vacío en más de una ocasión. Sorprendentemente, la primera historia no está protagonizada por ningún tipo de ave palmípeda, si no que es el perro Pluto el que se lleva los honores. Es una historia en la que Barks sólo ejerce de co-guionista y no participa en el dibujo, cuya narrativa está excesivamente influenciada por la de los dibujos animados, a mi gusto entorpeciendo la fluidez de la lectura. En la siguiente, Pato Donald y el tesoro pirata, ya podemos disfrutar de Barks como dibujante en una historia en la que no interviene en los guiones y que en principio iba a ser un corto animado. En las siguientes historias es Barks el autor completo y están protagonizadas por Donald y sus sobrinos, colocándoles en una serie de situaciones que van de lo constumbrista a la aventura pura y dura, teniéndo su auge en El anillo de la momia, la que más me ha gustado de todo el tomo, que traslada a los patos a Egipto.

Pocos peros se pueden poner a esta edición de lujo, complementada adecuadamente con artículos del crítico y teórico Alfons Moliné: el uso de modernos degradados por ordenador en el color de algunas historietas, que definitivamente chirrían en unos cómics tan clásicos, y el clareo en ocasiones de la tinta negra, que no debería darse nunca en un producto tan ambicioso.

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