domingo, 29 de noviembre de 2009

Las aventuras de Spirou y Fantasio: Diario de un ingenuo (Émile Bravo)


Spirou, uno de los más grandes personajes de la historieta belga, fue creado en 1938 por Rob-Vel y desde un principio tuvo su propia revista Le journal de Spirou. Sus aventuras, junto a su amigo Fantasio, han pasado por las manos de numerosos autores, de los que destaca el genial Franquin. Morvan y Munuera han estado trabajando desde hace cinco años en el personaje, revitalizándole y modernizándole, con bastante éxito. Existe, además, un proyecto paralelo llamado Una aventure de Spirou y Fantasio per... en el que autores diferentes en cada número presentan su versión personal de los personajes con una historia autoconclusiva que no trasciende a la serie principal

Planeta ha empezado a publicar esta serie paralela con su cuarto álbum, Diario de un ingenuo, por el historietista francés de origen español Émile Bravo. Bravo, aunque no es ningún recién llegado al mundo de la BD, es un autor que se ha prodigado poco en los 20 años que lleva publicando sus obras. Ni que decir tiene que en nuestro país apenas se le han editado un par de álbums. Éste es el primero que leo de él y, si es una muestra de su calidad habitual, ya estoy tardando en buscar más.

Diario de un ingenuo es una especie de Year one de Spirou. En él, Bravo nos presenta al personaje en sus orígenes, en un momento que cambiará su vida para siempre, pasando de ser un chaval avispado pero ingenuo que trabaja de botones en un hotelito con encanto, a todo un aventurero resuelto. El escenario es Bruselas en 1939, con Europa al borde de la guerra, tiempos duros en los que un niño huérfano como Spirou debe aprender a sobrevivir por sus medios, y la trama incluye nazis, polacos, negociaciones secretas, espías, un paparazzo sin escrúpulos y una jovencita descarada.

El enfoque personal que le da Bravo a esta historieta es lo que la hace destacar, siendo un guión muy adulto pero apto para todos los públicos. Añade dimensiones a los protagonistas, les da sentimientos, ideologías y motivos obviados por otros autores, sin restarles una pizca de la tradición de la serie, de sobra conocida por el autor ya que se permite una serie de guiños, sobre todo a la etapa de Franquin. Además, desvela una serie de interrogantes que no habían tenido respuesta hasta el momento... ¿cómo se conocieron Spirou y Fantasio? ¿cuál es su relación con la ardilla Spip? ¿por qué siempre viste de botones? ¿y su vida amorosa?


En cuanto al dibujo, el estilo de Bravo me encanta, moderno y clásico a la vez, con una línea rota que parece haber sido entintada con una plumilla vieja. La paleta empleada por la colorista de Delphine Chedru potencia la ambientación a base de colores planos pero apagados, muy acordes con los tiempos que corrían.

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