Por fin se hace justicia con Dick Tracy, uno de los más exitosos cómics de prensa en USA (y más ignorados en España), y se publican sus más de 50 años de tiras diarias y planchas dominicales en lujosos tomos. Chester Gould, su creador, es considerado a menudo como uno de los padres de la historieta moderna americana, a la altura de Foster, McCay, Herriman o Segar. Yo no diría tanto, pero tengo que reconocer que de la mesa de dibujo de Gould salían cómics verdaderamente adictivos.
La serie cuenta las aventuras de Dick Tracy, un duro, incorruptible e infalible inspector de policía en su interminable lucha contra el hampa.
Este primer tomo recopila la serie en sus primeros dos años, en los que podemos comprobar como, tras unos inicios un tanto vacilantes, el uso continuo del cliffhanger, heredado de la literatura pulp y los seriales de radio, junto a una acción trepidante, mantenía en vilo al lector hasta que leía la tira en el periódico del día siguiente. Como ocurre en este tipo de recopilaciones, este ritmo de lectura pierde el sentido al editarse en tomo, acabando cansando un poco cuando llevas unas cuantas cientos de tiras. Aun así, es una lectura de evasión muy entretenida.
Uno de los aspectos más importantes de Dick Tracy es el uso de personajes arquetípicos: el protagonista, su novia, sus amigos y sus enemigos, todos son lo que parecen y pocas veces se salen de su papel, lo que facilita al lector identificar el tipo de personaje aun sin conocerlo y una lectura más fluida. Esto trae el inconveniente de una nula capacidad de sorpresa y de una visión demasiado en blanco y negro de la sociedad, demasiado simplista y poco verosímil hoy en día.
El dibujo es dinámico y detallado, tendente a lo caricaturesco. También busca representar arquetipos, con un diseño de personajes casi icónico para una mayor sencillez en la lectura. El empleo de la contraluz y los claroscuros en algunas viñetas evitan la monotonía.
El tomo se completa con una entrevista al autor de 1980 y las primeras planchas dominicales (a color), que estaban fuera de la continuidad de la tira diaria y que a mi no me han gustado demasiado, ya que siguen todas el mismo esquema de forma rígida.
La serie cuenta las aventuras de Dick Tracy, un duro, incorruptible e infalible inspector de policía en su interminable lucha contra el hampa.
Este primer tomo recopila la serie en sus primeros dos años, en los que podemos comprobar como, tras unos inicios un tanto vacilantes, el uso continuo del cliffhanger, heredado de la literatura pulp y los seriales de radio, junto a una acción trepidante, mantenía en vilo al lector hasta que leía la tira en el periódico del día siguiente. Como ocurre en este tipo de recopilaciones, este ritmo de lectura pierde el sentido al editarse en tomo, acabando cansando un poco cuando llevas unas cuantas cientos de tiras. Aun así, es una lectura de evasión muy entretenida.
Uno de los aspectos más importantes de Dick Tracy es el uso de personajes arquetípicos: el protagonista, su novia, sus amigos y sus enemigos, todos son lo que parecen y pocas veces se salen de su papel, lo que facilita al lector identificar el tipo de personaje aun sin conocerlo y una lectura más fluida. Esto trae el inconveniente de una nula capacidad de sorpresa y de una visión demasiado en blanco y negro de la sociedad, demasiado simplista y poco verosímil hoy en día.
El dibujo es dinámico y detallado, tendente a lo caricaturesco. También busca representar arquetipos, con un diseño de personajes casi icónico para una mayor sencillez en la lectura. El empleo de la contraluz y los claroscuros en algunas viñetas evitan la monotonía.
El tomo se completa con una entrevista al autor de 1980 y las primeras planchas dominicales (a color), que estaban fuera de la continuidad de la tira diaria y que a mi no me han gustado demasiado, ya que siguen todas el mismo esquema de forma rígida.
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