Nuestro amigo Óscar no desaprovecha ninguna ocasión para salir de Madrid y respirar aire puro, así que cuando le propusieron el fin de semana de la semana pasada una ruta en bici por el Parque Natural del Cañón del Río Lobos no se lo pensó demasiado. Claro, como él no pedaleaba...
El viernes, ya de noche y con las bicicletas en el coche salió con la pareja de moda camino de Castrillo de la Vega, pueblo de la provincia de Burgos con un vino riquísimo, donde pernoctaron en la casa de Tula. Después de desayunar unas riquísimas y energéticas migas, pusieron rumbo a Ucero, provincia de Soria, donde habían quedado con el grupo de cicloturismo Bicios@s, una gente estupenda.
El Cañón del Río Lobos fue declarado Parque Natural en 1985, uno de los primeros de Castilla León. Es un cañón profundo, muy espectacular y muy bien cuidado. De la fauna local destacan los numerosos buitres leonados, que fueron una grata compañía durante gran parte del camino. La ruta es relativamente fácil, aunque en bicicleta puede resultar algo lenta, ya que hay que cruzar el río en diferentes puntos y si vas con un grupo grande (como era el caso) la cosa se retrasa mucho. Pero bueno, en un paraje así la velocidad es lo de menos, porque hay que disfrutar del paisaje.
A unos tres kilómetros de la entrada se encontraron con la ermita de San Bartolomé, uno de los lugares más conocidos de la ruta. Se trata de una ermita templaria del siglo XIII situada en un punto equidistante entre los cabos de Creus y Finisterre, los dos puntos más septentrionales de la Península Ibérica. Cerca de ella hay una enorme cueva en la que hacía algo de biruji.
Dejaron el Río Lobos tras un pequeño lío en la ruta en el Puente de los Siete Ojos, para volver a Ucero por carretera. Por el camino pudieron ver a lo lejos el Castillo de Ucero, anterior al siglo XIII. Ya anocheciendo, llegaron a los coches algo cansados pero muy satisfechos. Se despidieron de los Bicios@s y volvieron a Castrillo a disfrutar del merecido descanso.
Al día siguiente y de nuevo tras unas estupendas migas y algo de ejercicio, fueron a Aranda de Duero a ver el mercadillo medieval, en el que estaban representados las tres culturas tradicionales de la zona: judía, cristiana y árabe. Compraron pan y queso, tomaron cerveza alemana y vieron un espectáculo de danza del vientre. También pudieron admirar (brevemente) el pórtico de la Iglesia de Santa María la Real. No se quedaron más tiempo, ya que en Castrillo les esperaba una chuletada hecha con sarmientos y una deliciosa morcilla al horno de leña.
Dice Óscar que quiere volver pronto, eso dependerá de cómo se haya portado en el viaje que está realizando ahora.
El viernes, ya de noche y con las bicicletas en el coche salió con la pareja de moda camino de Castrillo de la Vega, pueblo de la provincia de Burgos con un vino riquísimo, donde pernoctaron en la casa de Tula. Después de desayunar unas riquísimas y energéticas migas, pusieron rumbo a Ucero, provincia de Soria, donde habían quedado con el grupo de cicloturismo Bicios@s, una gente estupenda.
El Cañón del Río Lobos fue declarado Parque Natural en 1985, uno de los primeros de Castilla León. Es un cañón profundo, muy espectacular y muy bien cuidado. De la fauna local destacan los numerosos buitres leonados, que fueron una grata compañía durante gran parte del camino. La ruta es relativamente fácil, aunque en bicicleta puede resultar algo lenta, ya que hay que cruzar el río en diferentes puntos y si vas con un grupo grande (como era el caso) la cosa se retrasa mucho. Pero bueno, en un paraje así la velocidad es lo de menos, porque hay que disfrutar del paisaje.
A unos tres kilómetros de la entrada se encontraron con la ermita de San Bartolomé, uno de los lugares más conocidos de la ruta. Se trata de una ermita templaria del siglo XIII situada en un punto equidistante entre los cabos de Creus y Finisterre, los dos puntos más septentrionales de la Península Ibérica. Cerca de ella hay una enorme cueva en la que hacía algo de biruji.
Dejaron el Río Lobos tras un pequeño lío en la ruta en el Puente de los Siete Ojos, para volver a Ucero por carretera. Por el camino pudieron ver a lo lejos el Castillo de Ucero, anterior al siglo XIII. Ya anocheciendo, llegaron a los coches algo cansados pero muy satisfechos. Se despidieron de los Bicios@s y volvieron a Castrillo a disfrutar del merecido descanso.
Al día siguiente y de nuevo tras unas estupendas migas y algo de ejercicio, fueron a Aranda de Duero a ver el mercadillo medieval, en el que estaban representados las tres culturas tradicionales de la zona: judía, cristiana y árabe. Compraron pan y queso, tomaron cerveza alemana y vieron un espectáculo de danza del vientre. También pudieron admirar (brevemente) el pórtico de la Iglesia de Santa María la Real. No se quedaron más tiempo, ya que en Castrillo les esperaba una chuletada hecha con sarmientos y una deliciosa morcilla al horno de leña.
Dice Óscar que quiere volver pronto, eso dependerá de cómo se haya portado en el viaje que está realizando ahora.
5 comentarios:
jolines, que bien vive Oscar
Pues el próximo viaje lo vas a flipar...
vive mejor que el enano de jardin de Amelie
oscar esta invitado a las fiestas de castrillo de la vega el fin de semana del 18 de abril si esta disponible y no tiene otro viaje pensado, es un buen tipo, siempre lleva su jarra de cerveza en la mano y no hace gasto!!!
Vale, a ver si puede ir... La jarra hay que llenársela de vez en cuando y le gusta el buen comer.
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